La silenciosa expansión del 15-M

15-M a Sabadell. Foto: Albert Teixió

Primero se indignaron. Ahora buscan soluciones. El movimiento 15-M no afloja. Muchas de sus acciones ocurren lejos de los focos. 

Miles de iniciativas de las asambleas ciudadanas germinan en barrios y pueblos, y se convierten en una red de apoyo en tiempos de desmantelamiento del Estado del Bienestar 

El 15-M no está muerto. Aunque algunos quieran matarlo.


Corría mediados de julio, pleno verano en Madrid, y la asamblea de San Blas se reunía, como cada lunes, a las seis de la tarde. La de San Blas es una de esas asambleas de barrio del 15-M que han permanecido activas —el movimiento decidió descentralizarse y trasladar la acción a los barrios al poco de nacer, a las primeras de cambio—.

Unas cuarenta personas se congregaron en la Plaza Blanca para abordar la creación de un banco del tiempo, un sistema para intercambiar servicios entre los vecinos sin necesidad de una moneda. Israel, informático, empezó a aplicarlo ese mismo día. Necesitaba arreglar unas cortinas en su casa.

En la asamblea estaba Flori, ex costurera, de 56 años. Se pusieron de acuerdo: ella necesitaba que alguien le revisara el ordenador.

Sinergias Cooperativa San Blas es hoy una cooperativa en la cual hay tres fontaneros, dos electricistas, ocho profesores, tres comerciales, dos conductores, un montador de cubiertas, un ebanista, un dependiente, dos conserjes, tres montadores y dos jardineros. Es una de las múltiples cooperativas que han nacido al calor del 15-M. Se intercambian servicios entre ellos, y los ofrecen a terceros.

En este año que ha transcurrido desde el levantamiento ciudadano de mayo de 2011, una parte del 15-M ha pasado de la indignación a la acción. Los hay que se unieron para protestar. Los hay que se han unido para seguir trabajando.

Los más activos no han dejado de reunirse en las plazas de barrios y pueblos, de organizar asambleas, de compartir problemas y, desde el pasado octubre, fecha en que el movimiento se convirtió en global, de dedicar esfuerzos a buscar soluciones. El 15-M se expande silenciosamente por los barrios. Se expande como se expandían las faldas de Carlos III en aquellos días en que los ciudadanos se levantaron para protestar; las faldas las conformaban las carpas que día tras día se iban extendiendo por la Puerta del Sol; carpas que cada día albergaban un nuevo espacio: una cocina, una biblioteca, una guardería para los niños, un centro de comunicación.

Cada asamblea de cada barrio significa que, cada semana, un grupo de gente se reúne para buscar soluciones; la interconexión de cerebros genera nuevas ideas, nuevas iniciativas; así ocurre, semana a semana, en cada asamblea, en cada plaza. Basta con entrar en la página tomalaplaza.net para observar el gran número de iniciativas que se han ido generando en el año de vida del movimiento. Ahí va depositando cada grupo las actas de sus reuniones, las decisiones que se toman, los diagnósticos de situación, las propuestas de soluciones alternativas.

Así está funcionando el 15-M: miles de cerebros conectados, en las plazas y en las redes, remendando las costuras de un colchón contra la crisis. En días en que el Estado del Bienestar se desvanece, justo cuando el paciente más lo necesita, se atisba el embrión de una economía paralela, subterránea, alternativa. Son tiempos duros: un cuarto de la población está en paro. Frente al sálvese quien pueda, el 15-M ofrece espíritu colaborativo, acción en red.

En el barrio de San Blas están pensando incluso en crear su propia moneda para regular los intercambios de servicios. Y ya saben cómo se llamará su divisa: el blasón.

“Nosotros no somos indignados, somos ilusionados”, dice Israel, el informático. “Desde chico te enseñan que tienes que competir, cuando de lo que se trata es de compartir; de compartir la vida, en general”. Israel está encantado con el modelo de economía alternativa que está germinando en el barrio. “Yo sabía que el INEM no me iba a resolver la papeleta, que había que cortar por lo sano”.

Su cooperativa es una de las muchas redes de autoapoyo que han nacido de la mano del 15-M; como la Red de Ayuda Mutua del madrileño barrio de Aluche: los jueves y viernes, recolecta excedentes de comercios y restaurantes y el viernes por la tarde los reparten entre los vecinos más necesitados; las iniciativas de los rurales enredados, que están tendiendo puentes entre ciudades y pueblos para desarrollar huertos ecológicos que reduzcan la dependencia alimentaria; o los mercadillos de trueque, como el que organiza la Asamblea del madrileño barrio de la Concepción— que también ha puesto en marcha un huerto ecológico— : el último domingo de cada mes, los vecinos acuden al parque Calero e intercambian —libros, juguetes, ropa, de todo— sin que medie el dinero.

La gente se organiza también para otros fines. Para frenar operaciones policiales contra inmigrantes, como hacen las brigadas de observación de derechos humanos del barrio de Lavapiés. O para hacer frente a los bancos, como las cooperativas de deudores de Catalunya (CASX, Cooperativas de Autofinanciación Social en Red), en las que los deudores se agrupan para responder en bloque frente a la entidad financiera acreedora.

“Este va a ser el año de las cooperativas”, vaticina Arturo de Bonis, activista del 15-M y miembro de la Cooperativa de Sinergias. “Existe una necesidad de autoorganizarse; es una forma de salir adelante”, explica. De Bonis es ingeniero industrial, tiene 55 años y ha trabajado de economista para el Banco Mundial. Reivindica esta manera alternativa de funcionar como cauce para hacer frente “al desapego de los trabajadores y de los propios empresarios hacia sus propias empresas”. Y se explica: “Los empresarios ya no sienten las empresas como suyas, sino como un puro vehículo para el beneficio: si tienen que vender el suelo sobre el que se asienta la fábrica, lo venden”.

De Bonis dice que, hoy en día, tal y como está funcionando la economía, casi no compensa ser accionista. “Hoy es mejor prestar dinero que ser accionista: el que presta siempre va a cobrar, el accionista, no. El mundo de la empresa se ha financiarizado. El movimiento 15-M debe ofrecer una alternativa al sistema actual”.

De Bonis cuenta que, desde el pasado octubre, el movimiento ha entrado en la fase de construir, más que de protestar. “El paro es un grandísimo problema, pero también una oportunidad: podemos crear una economía alternativa y paralela. Hay un 25% de población que puede ayudarnos, este es el gran reto del movimiento”. Frente a la economía virtual y el concepto del dinero que tiene ese 1% de la población que atesora la riqueza, defiende la economía real del 99%.

De Bonis está siguiendo de cerca la evolución de Sinergias Cooperativa San Blas, una experiencia que ilustra perfectamente cómo ha funcionado la ramificación y descentralización del 15-M. Él formó parte del grupo de trabajo de Economía de la Puerta del Sol. Se incorporó a este grupo el mismo 16 de mayo del año pasado, al día siguiente de la manifestación que prendió la mecha.

Ese grupo de Economía se dividió en distintos subgrupos, uno de ellos, el de Empleo. De la asamblea de desempleados nació el grupo de cooperativas y autoempleo. De allí surgió una nueva ramificación, la Cooperativa de sinergias, cuyo fin era crear redes económicas alternativas. Esta propuesta nacida al calor de Sol se acabó descentralizando hacia los barrios; y en cada barrio van floreciendo ahora cooperativas como la de San Blas.

“El 15M fue una explosión en la calle, pero ha repartido semillas de trabajo por todos los barrios”. Lo dice Lola A. Díaz, locutora de Ágora Sol. Por el estudio de esta radio, la voz de Acampada Sol, han desfilado muchos de los que han puesto en marcha iniciativas ligadas al 15-M. Ágora Sol fue pionera en dar voz a los indignados madrileños. Pero el sector de medios afines al 15-M no se ha quedado ahí. También se ha expandido. La revista madrid15m ya va por su tercera edición. El pasado 28 de abril se presentaba en el centro Sociocultural Eko de Carabanchel Toma la tele, proyecto de televisión indignada.

El empleo está centrando ahora gran parte de los esfuerzos y reflexiones de los activistas. El martes pasado, en una lluviosa tarde del 1º de mayo, se presentaba una iniciativa más, la llamada Oficina Precaria, una herramienta de defensa de los desempleados. “Estamos cubriendo el vacío que dejan los sindicatos, intentando llegar a donde no llegan”, cuenta Abel Martínez, de Juventud Sin Futuro, uno de los impulsores de este proyecto. Economista y periodista de 24 años, explica en qué consiste el invento mientras rula un cigarrillo: la Oficina Precaria (www.oficinaprecaria.net) se ocupará sobre todo de los que no tienen empleo, de los becarios explotados, de los falsos autónomos; ofrece asesoría legal; y anima al empleo cooperativo.

Se inspira en la lucha contra los desahucios, gran caballo de batalla del 15-M, y, en ese sentido, usa las redes sociales para señalar a las empresas que incurren en abusos. Y pretende que se visibilicen los atropellos que cometen las empresas en materia laboral.

La lucha contra el desahucio, mientras tanto, sigue su curso. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) existía antes del 15 de mayo. Se fundó en noviembre de 2010. Pero de los más de 250 desahucios que ha conseguido parar, más de 180 se han frenado con el apoyo del 15-M. “En los primeros desahucios teníamos que fletar autobuses para recabar apoyos”, recuerda Ada Colau, portavoz de la PAH, en conversación telefónica desde Barcelona. Sostiene que el apoyo del 15-M lo cambió todo de un día para otro. “Vimos cómo un río de gente se sumaba a esta causa. Hacía falta una red de proximidad”.

Esta pelea del 15-M ha seguido el mismo patrón de descentralización. “Los barrios ya autogestionan sus desahucios”, explica Lidia, joven activista madrileña. “La PAH pone los abogados; y la asamblea, la alternativa ocupacional”. En otras palabras: si alguien se queda en la calle, la propia asamblea busca qué posibilidades de ocupación existen en el propio barrio.

Lidia formó parte del grupo que puso en marcha la Oficina de Vivienda, una iniciativa con la que se pretendía crear grupos de afectados y asesorar de cara a cada ocupación. Sentada en el luminoso patio de Casablanca, centro ocupado de la calle Santa Isabel, con un café en la mano, Lidia explica que uno de los logros del 15-M es haber despertado una sensibilidad social acerca de la ocupación. “Antes, toda ocupación era mala. Ahora, la gente no lo ve como algo bueno, pero asume que hay supuestos en que se puede admitir”. En esta idea incide Violeta, consultora de proyectos de cooperación, de 60 años y ex miembro de Democracia Real Ya. “Se han normalizado las ocupaciones. La gente ya casi las ve como un derecho”. Lidia asegura que el “impacto señoras” ha sido muy importante para frenar ocupaciones: cuando la policía llega a un desahucio que los vecinos están intentando paralizar, no es lo mismo desalojar a un joven con rastas que a una señora de 60 años.

El sociólogo Miguel Martínez considera que los movimientos vecinales se habían anquilosado en España y que el 15-M ha llegado para revitalizarlos. “Se está creando una estructura descentralizada similar a la de la Transición, a finales de los años 70”, sostiene. Este experto en movimientos sociales, profesor de la Universidad Complutense, considera que el movimiento 15-M está más vivo que nunca. Señala que el único impacto que ha producido en el Congreso de los Diputados ha sido la admisión a trámite de la Iniciativa Legislativa Popular a favor de la dación en pago.

“El 15M ha revitalizado la cultura política de una manera asombrosa”, declara Víctor Sampedro, catedrático de Opinión Pública de la Universidad Rey Juan Carlos. El debate sobre la transparencia; sobre la dación en pago; sobre el trato privilegiado a los bancos; la defensa de los derechos de los ciudadanos con la marea verde (educación); la marea azul (contra la privatización de agua); la marea roja (en apoyo a los desempleados); el cuestionamiento de la ley electoral. “Se está produciendo un auténtico cuestionamiento de la gestión de la crisis por parte de socialdemócratas y conservadores”, argumenta el sociólogo Miguel Martínez. “Han entrado nuevas voces, nuevos temas”, dice Sampedro. “Se ha roto con los pactos y silencios obligados de la cultura de la transición. El problema es que mucha gente mira con ojos del siglo XX expresiones que anticipan la democracia del siglo XXI”.

La expansión continúa. Hay una auditoria ciudadana de la deuda en marcha. Y está a punto de presentarse el Tribunal Popular Indignado, con el que se pretende que gente de la calle juzgue las acciones de la clase política y económica. Más allá de esa parafernalia, explica una de sus impulsoras, se pretende convertir ese tribunal en una herramienta de recuperación de pruebas que puedan ser presentadas ante la justicia ordinaria.

“Estamos en una nueva etapa de evolución democrática en que la sociedad está mucho más politizada, sin estar dirigida por los partidos políticos”, argumenta Miguel Martínez. “El 15-M es un éxito de la sociedad civil: ha conseguido mantener una estructura asamblearia sólida, democrática, abierta y transparente: todas las actas están en Internet”.

De ello da fe la página tomalaplaza.net. Una referencia para este movimiento ciudadano. Allí está todo: convocatorias, noticias, enlaces, vídeos, conclusiones de los grupos, comunicados, crónicas de las manifestaciones, resúmenes de las asambleas. Todo lo que ha generado el 15-M a golpe de clic. Hay 51 subdominios que corresponden a 51 ciudades. Un total de 1.037 colectivos aportan contenido a la página. “Es una posición muy buena para pulsar el ambiente”, dice Marta, una de las ocho personas que en Madrid coordinan la actividad de la página, sentada junto a otro miembro del grupo, José, en la biblioteca del centro ocupado de Tabacalera. El ambiente que se pulsa es que hay ganas ante esta nueva cita del mayo global, el llamado 12M15M.

Llegan ecos de música desde el interior del edificio Tabacalera, uno de los centros neurálgicos del movimiento indignado en Madrid. Hoy hay fiesta. Un grupo toca en directo ritmos africanos sobre el escenario. Se recaudan fondos para la llamada caja de resistencia.

La multitud que atiborra la sala baila. Todo lo que se ingresa en las barras mediante minis, mecheros, chapas y refrescos se destinará a pagar las multas de aquellos que son detenidos por sacar fotos a la policía cuando efectúa redadas en busca de inmigrantes en el barrio.

Planea cierta preocupación por cómo puedan actuar las fuerzas del orden de cara al sábado que viene. “La policía está elaborando listas negras”, señala José. Juan López, uno de los portavoces de Acampada Sol, dice que no se está animando a acampar, pero que será inevitable que algunos lo intenten.

Esta semana se filtraba al diario 20 minutos la noticia de que un equipo de la Brigada de Información de la Policía Nacional tradicionalmente dedicado a la lucha contra el terrorismo ha recibido orden de vigilar a líderes del 15-M. “Es una estrategia comunicativa para meter miedo”, afirma desde Barcelona Aitor, de DRY: “Quieren convertir un conflicto social en un conflicto de orden público”. Aitor sostiene que el PP está negando el derecho de los ciudadanos a acceder al espacio público.

Víctor Sampedro, catedrático de Opinión Pública, se muestra preocupado por la actitud del PP ante el movimiento 15-M: “Están intentando definirlo como un movimiento radical y antisistema”.
 
Planea también una cierta tristeza, en unos casos; y una considerable indignación, en otros, en torno a las tormentas que han sacudido a Democracia Real Ya (DRY), la plataforma que prendió la mecha el 15 de mayo de 2011 con ese que lema que aunó tantas voluntades: No somos mercancía en manos de políticos y banqueros.
 
El pasado 22 de abril, una facción de la organización, liderada por Fabio Gándara y Pablo Gallego, se constituía en Asociación. Al poco de saltar la noticia, la mayor parte de las cuentas de Twitter de DRY en el resto de España se rebelaban contra esta iniciativa.

La plataforma ha vivido dos semanas de guerra fratricida en las redes. Se han aireado todo tipo de trapos sucios. De los 29 nodos de la organización, solo dos respaldan a los impulsores de la asociación, según señalan los críticos con esta fórmula.

La inmensa mayoría de los consultados para la elaboración de este reportaje desaprueban la iniciativa de Gándara, al que han acusado de personalismo. El joven abogado ha decidido dar un paso atrás: apoyará la asociación, pero como uno más, sin ponerse al frente, dice.

Quedan seis días para la nueva cita del movimiento con las plazas. Una cita que, como en el 15-O, será global. El 15-M y el movimiento Occupy Wall Street se han coordinado. Más de 1.000 ciudades tienen la cita marcada en su agenda.

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