Centros Sociales 2.0 en la Metrópolis. Ateneu Candela

Centros Sociales 2.0 en la Metrópolis
De repente empiezas a oler, a respirar una circulación de gente en una zona de nadie, de antiguas factorías del textil, de nuevos espacios creativos del arte. Seducidos por una melodía que te traslada a aire fresco veraniego, decides entrar. Alguien te recibe con una sonrisa, varios te dan la mano, mientras te cruzas con cierta multitud. Desfilan; aprendices de las lenguas como armas de guerra, nuevos creadores grafiteando la ciudad, espacios virtuales desafían esa realidad que vives, mientras un hilo radiofónico sale de una pecera productiva, nodo de conectividad, anillo de rebeldía... Gentes que conspiran, gentes wifieando, gentes simplemente desconectando, gentes musiqueando, gentes que se conocen y continúan hablando, hoy unas vuelven con noticias frescas y cargan motores, otras metopolisean y tejen y crecen y se van volando... un día en nuestro pequeño gran mundo.
 
Ateneu Candela

font: Publicado en el Cuaderno/Herramienta:"Autonomía y Metrópolis.Del Movimiento okupa a los Centros Sociales de Segunda Generación" por Precarios en Movimiento, La Casa Invisible y la Universidad Libre Experimental (Ulex)

La plaza pública del precariado:
De repente empiezas a oler, a respirar una circulación de gente en una zona de nadie, de antiguas factorías del textil, de nuevos espacios creativos del arte. Seducidos por una melodía que te traslada a aire fresco veraniego, decides entrar. Alguien te recibe con una sonrisa, varios te dan la mano, mientras te cruzas con cierta multitud. Desfilan; aprendices de las lenguas como armas de guerra, nuevos creadores grafiteando la ciudad, espacios virtuales desafían esa realidad que vives, mientras un hilo radiofónico sale de una pecera productiva, nodo de conectividad, anillo de rebeldía... Gentes que conspiran, gentes wifieando, gentes simplemente desconectando, gentes musiqueando, gentes que se conocen y continúan hablando, hoy unas vuelven con noticias frescas y cargan motores, otras metopolisean y tejen y crecen y se van volando... un día en nuestro pequeño gran mundo.
Así es como queríamos presentar desde la modestia, este espacio metropolitano que nació hace ya siete años y mediante el que nos proyectamos cada día hacia el mundo: Ateneu Candela, un lugar de confluencia de proyectos y procesos, atravesado por todos aquellos sujetos que hoy habitan los territorios buscando un común, un encuentro, una salida, un escape a una hostil rutina en la ciudad.
Para empezar, y como premisa transversal a todos los procesos en los que nos mezclamos, debemos remarcar la importancia de cómo hacemos las cosas, y tras el legado zapatista, “el caminar preguntando” ha sido la herramienta más útil en nuestra reciente pero intensa historia. A la vez nos ha permitido avanzar y mutiplicar nuestra intensidad. Otro elemento crucial para entender este proceso reside en el hecho de cómo nuestra virtualidad se sitúa a la par de nuestra relación con el territorio geometropolitano. Por lo tanto, resulta imprescindible entender los procesos que nos acompañan en esas dos dimensiones, permanentemente en simbiosis: la dimensión virtual (servidores, portales, wikis, listas, medios, etc.) y la dimensión geofísica alrededor de las redes que se tejen en y con el centro social.
Pretendemos compartir y convivir experiencias, y sumar potencia, en un momento de mutación de nuestros espacios autónomos hacia una nueva institucionalidad metropolitana, que los sitúa como motores de producción de subjetividad, en nuevas plazas públicas del precariado, con una enorme necesidad de recombinarse y reconectarse, de volver a pensar espacios de red que conjuguen precisamente esta nueva institucionalidad.
01. De cómo llegamos a la versión testing del 2.0
Ya con el nacimiento del primer espacio de esta nueva etapa, en un intento de replantear muchas de la dinámicas de nuestros centros sociales durante la segunda mitad de los años noventa, ponemos encima de la mesa una serie de cuestiones con una premisa común: salir del gueto. Después de Seattle, el movimiento global marca profundamente un nuevo imaginario a la hora de pensar-componer, y es en éste donde encontramos una explosión de subjetividades que inspira un devenir diferente y hacia afuera, crucial para entender nuestro ahora.
Después de Génova, toda esa explosión de vida generada en los años anteriores entra en crisis, y el centro social ejerce aquí dos funciones claves. Primero como amortiguador, al tener un espacio de referencia en momentos de desorientación, y segundo al lograr que esta misma desorientación transforme nuestro espacio en un laboratorio biopolítico de reconstrucción de nuestras prácticas en una lógica de traducción del movimiento global al movimiento metropolitano.
Y es en ese mismo momento de reconstrucción, y después de las movilizaciones contra la guerra y del 13M, cuando nos damos cuenta de que el centro social está transmutando. Primero por la aparición de múltiples proyectos nuevos, y nuevas singularidades, pero también por la capacidad de mezclar-se con otras iniciativas que abren nuevos puntos de vista, y a la vez nos atraviesan y nos reformulan. En este momento, y coincidiendo con el gran salto adelante, decidimos apostar por un nuevo espacio que diera respuesta a esa nueva realidad, y descubrimos que es en el centro social donde se componen esas subjetividades heredadas del movimiento global, después de mucho tiempo buscando afuera de estos espacios.
Finalmente, con un proyecto más sólido de centro social-plaza pública del precariado y a la vez como nodo de una red aún difusa y engranaje de una máquina en construcción, con múltiples nuevos retos y nuevas alianzas, de nuevas redes, nuevas virtualidades, nuevas hipótesis de trabajo, y una nueva realidad en la que pensar nuestro papel en ella, exponemos dos conceptos clave para entender y pensar esta etapa y consolidar una versión estable de los centros sociales 2.0: armas y dinero.
02. Armas
El CS como dispositivo biopolítico. Dispositivo por su dimensión instrumental, táctica, como espacio que no es un fin en sí mismo sino que nos permite llegar a otras cosas, abrir frentes y brechas, articular singularidades, multiplicar potencias. Biopolítico por que su dimensión es vital, lo que atraviesa es nuestras vidas, y lo que hace que se mueva son nuestros deseos. Y aquí es donde planteamos una de nuestras hipótesis de trabajo: la hipótesis de la victoria. Queremos que las cosas que hacemos tengan un impacto, queremos resultados reales frente a una política de la oposición o del no a todo. Necesitamos ver que lo que hacemos sirve para seguir caminando. Victoria como motor de vida, ya no retrocedemos.
El CS como plaza pública del precariado genera un común, nuevas formas de agregación que combinan a los nuevos sujetos metropolitanos, y que actúa como dispositivo de dispositivos, es decir, metadispositivo. Y decimos metadispositivo ya que alrededor de este común existen otros dispostivos clave, que residen dentro y fuera del centro social y que a la vez lo explican. Es el caso de la Oficina de Derechos Sociales, que con proyectos como las clases de catalán y castellano, la asesoria jurídica o el punto de intercambio, han transformado absolutamente la dinámica del espacio común. También las organizaciones de migrantes, con cuna en el propio centro social, y con una serie de reclamos a nivel municipal, claros y precisos, que abren una nueva mirada desafiante y fuerte frente a las fronteras interiores de nuestras metrópolis. El trabajo realizado después de las movilizaciones de VdeVivenda también abre un nuevo escenario local, protagonizado por Supervivienda. Con una nueva lógica de (re)conquista de los derechos sociales, se abre otra oportunidad donde todos estos dispositivos, junto con muchos otros que veremos a continuación, se ponen a trabajar conjuntamente con un fin común: metromayday. Un día en que se toman las calles, de huelga metropolitana, de grito europeo por los derechos y de hechos (hipótesis victoria) con reclamos posibles y concretos.
El CS como espacio metropolitano. Terrassa es una ciudad de la región metropolitana de Barcelona, con un mismo sistema de transportes públicos, una misma economía, y con unos flujos culturales y artísticos. Por lo tanto nuestra escala de trabajo es ésa y es otra, y de aquí nace esa nueva relación metropolitana donde se ponen a trabajar nuevos mecanismos de cooperación para una política del común a través de necesidades de conflictos reales. El trabajo con otras organizaciones de migrantes entorno a la REDI (Red Estatal por los Derechos de los Migrantes), la cooperación con nuevos espacios sociales como “el chiringuito metropolitano, EXIT”, la participación con el movimiento VdeVivenda, u otro tipo de alianzas establecidas en torno a la cultura libre, la comunicación y la formación.
El CS como espacio de formación, de producción de una cultura libre y de software libre. El centro social cuenta con un espacio consolidado de formación, que por un lado pone de manifiesto el general intellect metropolitano y por otro genera continuamente espacios de reflexión teórico-práctica de la dimensión política del momento (con una estrecha y sumamente interesante relación con todo el trabajo realizado desde la Universidad Nómada). En el centro social existe una programación cultural, nuevas formas de pensar la cultura más allá del mercado, nuevas experiencias de artistas y creadores invisibles (músicos, actores y actrices, diseñadores gráficos, artistas de video, etc.). También dispone de software libre, que hace posible el funcionamiento de nuestra dimensión virtual, y que nos permite crear nuestros propios dispositivos comunicativos (radio, web 2.0, wikis...). Por lo tanto es necesario poner en común toda esta producción cultural y de conocimiento, pera potenciar cada una de las experiencias que encontramos en los diferentes centros sociales, siguiendo un modelo que funciona potencialemente, como son las comunidades virtuales entorno el desarrollo de software libre.
03. Dinero
Toda esta complejidad expuesta alrededor de la armas, necesita ir acompañada de otra premisa igual de imporante: el dinero. La capacidad que tengamos para generar rentas que nos puedan permitir desarrollar esta multiplicidad de procesos, va a determinar nuestra potencia en los próximos años. Por lo tanto requiere un análisi profundo el cómo vamos a gestionar económicamente nuestros proyectos, qué recursos vamos a utilizar, y qué pasos vamos dando a medida que caminamos preguntando.
Son sumamente interesantes las experiencias de negociación llevadas a cabo en Madrid por la Eskalera Karacola o el Centro Social Seco1, que han permitido abrir procesos con adiministraciones locales, como es el Ayuntamiento de la ciudad, y con resultados claros en pro de estos espacios. También cabe resaltar el proceso iniciado en Málaga por la Casa Invisible, donde la misma legitimidad conquistada en los 10 años de trayectoria política, el nuevo escenario abierto en torno al conflicto de la producción cultural en la ciudad, y los pasos hechos hasta ahora, abren un escenario optimista para el futuro de este magnífico espacio vivo2.
En nuestro caso, con una singular trayectoria, nos hemos valido de pequeños proyectos financiados mediante subvenciones municipales, para así empezar a pensar una nueva relación económica con la administración. Fue gracias a un complejo proceso de negociación, y a una legitimidad acumulada en la ciudad, que conseguimos nuestra primera victoria: saltar todas las fases administrativas de una subvención ordinaria, para pasar a una negociación directa sobre las obras necesarias para la puesta a punto de nuestros nuevo centro social. Esta negociación resultó un éxito y conseguimos que se nos financiara una gran parte del coste de las obras y con una novedad: por primera vez nos podíamos sentar a hablar con la administración local con cierta capacidad de presión, y a la vez de (des)gobierno, y sin contrapartidas políticas. Esto nos ha abierto puertas para experimentar una nueva relación con el poder, desde la prudencia y desde la distancia, e intentando saber siempre dónde estamos y sin perder nuestra autonomía. A la vez existen nuevos escenarios de negociación para la renta del centro social, así como otros proyectos con diferentes instituciones y para proyectos con diferentes finalidades. En fin, que nos hemos convertido en auténticas expertas de las convocatorias, las justificaciones, los convenios y de la reapropiación de dinero público para el commonfare.
Sabemos que éste es un debate con altos niveles de complejidad, pero huyendo de ellos nunca se podrán afrontar nuevos retos sobre las necesidades exigentes de un momento en que una nueva primavera aparece delante de los ojos del movimiento. Nuevos retos, nuevas hipótesis, nuevos indicios de este momento nos atraviesan diariamente y en nuestras redes, y a la vez fortalecen más los procesos. Por lo tanto es necesario seguir experimentando, probando y corrigiendo cuando sea necesario, pero no huir de una relación que tarde o temprano se tendrá que afrontar.
04. A modo de despedida
Después de lo expuesto, tanto las armas como el dinero sitúan el momento político del centro social como espacio de producción de subjetividad en la metrópolis. Esto nos lleva a pensar en una nueva institucionalidad que significa y va a significar en los centros sociales durante los próximos años la articulación de la biopolítica metropolitana. Por lo tanto, si decidimos apostar por los centros sociales, y al decir esto nos referimos a un concepto nuevo aún en definición que conjuge esta puesta en escena, apostamos de verdad, y a por todas, por la conquista de estos espacios.
Y aunque hagamos esta gran apuesta, no somos centrosocialistas, o sea, que consideramos el centro social como herramienta crucial de intervención en la metrópolis, pero existen muchas otras formas de agregación y conjunción política que van mas allá de los centros sociales. Creemos que puede ser una pieza más (y clave) para el desarrollo de la máquina de guerra, para poner a cooperar la cultura y el conocimiento de otro modo, para reforzar nuestras redes de contrapoder, para la creación de mecanismos de cooperación que nos permitan sobrevivir a la precariedad de la vida, y también para el desarrollo de comunidades afectivas vivas y deseantes, donde la revolución vuelva a ser nuestra fuente de vida.

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