Notas para una ética hacker en la cultura local


[1] Según el “Jargon File” un hacker es “básicamente un experto o entusiasta de cualquier tipo. Uno puede ser un hacker astrónomo”. Por qué no un hacker de la cultura para “poner en común la información”, “facilitar el acceso a la información y a los recursos”, “compartir las competencias y pericias”… (La ética del Hacker y el espíritu de la era de la información)

JOSÉ RAMÓN INSA ALBA en Espacio Rizoma


[2] Se puede constatar que existen dos tenencias en la gestión de la cultura local: aquella que tiene como referencia el código abierto y propone estructuras de cooperación, coproducción, prototipado… y las que se generan desde el código propietario con fundamentos sobre la distribución de espectáculos en cualquiera de sus formatos (expos, museos, conciertos…). La ética hacker trabaja desde la primera de las visiones en un intento, señalado de integrar hard con soft. Nanocultura, nanotecnología.

[3] La capacidad de recombinar información y conocimiento desde las estructuras sociales es la verdadera fuente de innovación para la cultura local. Se trata de dos visiones distintas (en algunos casos compatibles) que tienen que convivir: la visón enciclopedista de una cultura heredera de la Ilustración y la visión wikipedista de una cultura heredera del informacionalismo. Hoy nos encontramos en un punto de inflexión que produce, por una parte, grandes intersecciones creativas y, por otra, reticencias burocráticas y administrativas graves.
[4] La capacidad recombinatoria y reproductora mencionada antes y su flexibilidad, al estar integrada en procesos abiertos, supone una gran oportunidad para la emergencia de nuevos procesos tanto teóricos como de aplicación directa. Conectar el conocimiento en todos los sentidos hasta en el ámbito interno de las instituciones como en el exterior, entre estas y la sociedad.
[5] Insisto: la mayor tecnología está en nuestros cerebros. Y de los cerebros dependen las instituciones.
[6] El autismo de la institución produce monstruos. No cabe de ninguna manera seguir trabajando desde los modelos institucionales herederos del XIX. Ni en cuanto a su relación con la sociedad ni en cuanto a su estructura interna. El contexto lo es todo y no puede existir un avance real sin una interacción abierta. La estrategia de la recombinación y la seguridad de que nada se puede hacer sin una relación abierta en su más amplio sentido.
[7] Contexto social, uso social, resultado social: tres referencias. El aislamiento institucional mencionado antes junto con el control de lo que ella supone que necesita la sociedad (el control cultural de las sociedades) supone una actitud que en este momento sería hasta ridícula si no fuera porque engendra una verdadera provocación. La sociedad cada vez es más extrainstitucional.
[8] Surge la necesidad de que la tradicional soberanía cultural de las instituciones pase a ser compartida: una nueva forma de cultura red que canaliza el proceso de reestructuración socio-cultural alejada del patriarcalismo conocido.
[9] La labor actual de las instituciones públicas en materia de cultura debería ser la de laboratorios más que la de distribuidores. El hackerismo cultural como fuente de innovación y creatividad. La sociedad es más poderosa que cualquiera de sus instituciones, sólo necesita creerlo y actuar. Sólo necesita actuar desde el pensamiento de código abierto, liberarlo de la propiedad, del mercadeo y del estado regularizador. Abrir las licencias de conciencia para un pensamiento creativo.
[10] El principio de autoorganización de los comunes. Cualquiera puede colaborar aportando sus ideas, sus conocimientos, su creatividad, una comunidad abierta de hackers culturales que utilizan el hard institucional como espacio no propietario (ojo, tampoco único) para sus desarrollos.
[11] El paradigma de las centralitas telefónicas, puede servir como buena metáfora. ¿Cuál es la pertinencia hoy de los sumos sacerdotes de la cultura? Nos enfrentamos con la disposición del poder. Quizá esta sea más difícil de vencer, de superar.
[12] El aspecto hacker de la cultura local, también insisto, no se reduce a un comportamiento “institucional”. Esto es un error de butlo y constituye un intento de disfrazar la actitud tradicional de las instituciones. El espíritu hacker de la cultura local nace del interés por la excitación que produce el hecho de “hacer cultura”. El hacker va mucho más allá de la estructura institucional. Por ello el hacker no necesariamente pertenece a ninguna estructura ad hoc. La cultura local tiene sus hackers dentro y fuera de las instituciones y esa condición de apertura es lo que lleva a nuevos modelos, creaciones, propuestas, actitudes… a paradigmas exploratorios. El espíritu hacker trasciende las relaciones habituales individuo-jornalero-administración.
[13] Espacios de creatividad como fórmula hacker? Imaginemos las instituciones públicas como espacios para el intercambio de ideas. Impresionante mutación! La creatividad no supone por necesidad creación. La práctica no supone por necesidad actividad.
[14] El reloj para fichar se fundamenta sobre la gestión del tiempo desperdiciado.
[15] Evidente es que la fuente más importante de productividad en cultura es la creatividad. ¿Podemos regularla en tiempos y espacios? La lógica de la jerarquía también se rompe desde la ética hacker porque no puede ceñirse el trabajo a la vomitiva lógica de la supervisión. O a la de la autoridad asfixiante. La idea de funcionario expandido casa perfectamente con el hackerismo cultural.
[16] La cultura propietaria, sea de tipo individual (derechos de autor y derivados) o pública (instituciones acaparadoras de todo nivel) desaparece y se pasa a la idea de que todo conocimiento constituye un bien común público y que es deber de naturaleza ética compartirlo y garantizar su máxima distribución.
[17] La defensa de lo comunitario por encima de cualquier otro principio. Cuando no es necesaria la vigilancia para garantizarse el sustento es absolutamente amoral no dedicarse por completo a buscar modelos de desarrollo que no pretendan llegar a la sociedad en todo su alcance.
[18] Siendo el desarrollo de la cultura, en su sentido social más amplio, algo que se debe a la participación comunitaria, la contradicción más absoluta está en pretender privatizar cualquiera de los procesos. Existe sin embargo, por parte de las instituciones, una especie de privatización de lo público en su favor.
[19] El comunitarismo y el conectivismo como desafío radical a la ética unificada de la propiedad estatal o individual.
[20] Un ejemplo claro y sencillo: internet no hubiese sido posible bajo la lógica de la propiedad privada.
[21] El desarrollo de la cultura local no es de ninguna manera de carácter técnico (y me refiero tanto a los gestores privados como a los públicos). Es conveniente huir de los modelos cerrados de programación y de los reducidos en los centros de poder, de cualquier poder, para pasar a los modelos de creación abierta en los que la multiplicidad y la propuesta no finalizada permiten una construcción permanente. Más importante que el resultado final es el proceso que permite, a su vez, la generación de otras infinitas posibilidades.
[22] La autoridad, desde el hackerismo, se diluye tanto en su vertiente de poder y mando ejecutivo como en su acepción de sabiduría máxima (la diferencia también entre sabio y sabedor). En la cultura abierta y la estructura hackeriana de trabajo no existe un resultado que los demás tengan que acepar sin remedio. Se trata de disolver el principio por el que la autoridad impide (de forma más o menos evidente pero siempre coercitiva) la iniciativa y la crítica, en definitiva la creatividad.
[23] Cualquier trabajo en cultura, desde la ética hacker, consiste en un bucle que realimenta el aprendizaje y la investigación. Nadie tiene el conocimiento absoluto por lo que nadie tiene la autoridad absoluta (si es que el conocimiento alguna vez es fundamento de autoridad). Es más, esta autoridad, como en la sociedad red, no se sostiene sobre la jerarquía organizativa sino que se desprende del valor de cada individuo según su conocimiento y aportación. Algo similar al concepto de prestigio digital.
[24] No es tarea de la institución pública la distribución de culturas planificadas (ni en su categoría de productos ni de símbolos) sino facilitar su generación. No es en absoluto admisible que ninguna institución se conceda el papel de infalible, se necesitan modelos interactivos que abarquen las diferentes verdades de una sociedad múltiple y poliédrica. La creación colectiva como modelo y la crítica comunitaria como tamiz. La reflexión como sistema. El riesgo como referencia.
[25] Posiblemente el ideal hacker de libertades fundamentales esta en dirección opuesta a los intereses de las empresas y los estados por establecer un control sobre todo tipo de movimientos incluidos los del pensamiento. Por otra parte se puede constatar que la gran mayoría con el poder, en las administraciones públicas locales, de decidir sobre los procesos abiertos no tienen una idea clara sobre lo que significan las redes ni todo lo que supone una estructura de comunicación abierta.
[26] El hacker público es un motor que reprograma su ámbito de competencias e influye en el resto de la organización mas allá de su contexto: a) la jornada laboral rutinaria no existe, existe un flujo dinámico entre el trabajo y la pasión; b) el salario no es un valor en sí mismo que motive la actitud laboral; c) el valor verdadero reside en la utilidad del trabajo para la comunidad y por tanto la esencia es la creación; d) la actitud comunicativa reside en las relaciones y las redes; e) la supresión de la individualidad se consigue a través de las creatividad compartida.

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