"La participación de los jóvenes obliga a los políticos a ceder poder, y eso no gusta"

Rys Farthing, durante la entrevista en el Palau Macaya. Entrevista Diario.es - Rys Farthing. Poca gente tiene en cuenta la visión de los niños sobre el mundo. Pero menos gente todavía considera que los más jóvenes tengan algo que decir sobre las políticas públicas que les afectan, sobre todo los que viven en situaciones de pobreza. La investigadora Rys Farthing ha dedicado sus últimos años a conducir una investigación –en la Universidad de Oxford– para evaluar las políticas de participación juvenil en zonas empobrecidas desde la perspectiva de los propios jovenes. Ahora Farthing es directora de Estrategia en Unlocking Potential, una entidad solidaria que presta servicios a niños y jóvenes sin recursos de Londres.


Nadie tiene en cuenta la voz de los niños en política. ¿Cómo te interesaste por ello?

¡Pues precisamente por eso! En los últimos 15 años ha habido mucho interés en el Reino Unido para acabar con la pobreza infantil, pero siempre de arriba abajo. Es un planteamiento legítimo, y ha tenido sus efectos, claro. Yo trabajaba en este sentido para una ONG que hacía de lobby a los partidos políticos, pero los fines de semana hacía de voluntaria con grupos de jóvenes de áreas empobrecidas, y me di cuenta que había una enorme desconexión entre ellos y los políticos. No sólo hablaban lenguajes diferentes, ¡es que veían algunas cosas de forma opuesta!

¿Cuáles?

El primer ejemplo con el que me encontré: se dice que la jornada escolar más larga favorece a los más pobres, porque tienen más oportunidades de aprender dentro que fuera de la escuela. De acuerdo. Pero luego hablaba con algunos jóvenes y estaban radicalmente en contra de la medida. ¿Por qué? Pues porque no tenían suficiente dinero para pagarse lo que vale la comida en la escuela. Y entre que llegaban ya sin desayunar y que salían al cabo de muchas horas, se morían de hambre. Por eso muchas políticas públicas no funcionan: son grandes ideas, pero no tienen en cuenta lo que pasa allí donde se aplican.

En este caso no era mala la idea, sino su aplicación.

Exacto. ¡Pero es que no se lo preguntamos! He trabajado en muchos proyectos locales para acabar con la pobreza, y es espectacular las soluciones que saben encontrar los jóvenes. A veces mucho más efectivas que las que puede encontrar el Gobierno. Pero es un problema de poder. Si a un legislador le pones uno de estos jóvenes en frente, y éste le empieza a decir cosas en las que el político no había pensado, cosas que debería probar... Le obligas a ceder poder. La participación de los jóvenes obliga a los políticos a ceder poder, y esto no gusta. 

Tú has abierto canales de participación para que los jóvenes evalúen políticas públicas. ¿Cuáles son sus principales conclusiones y demandas?

Sin lugar a dudas las que tienen que ver con la vivienda. Es lo primero de lo que hablan. La calidad de las casas en el Reino Unido es muy baja: tienen problemas de espacio (son pequeñas), de goteras, de aislamiento... Pero además la mayoría señala un elemento que, como siempre, ningún político suele tener en cuenta: la estética. El aspecto de las casas y del barrio. Puede parecer trivial, pero para ellos no lo es. "Un estercolero, eso es lo que somos para los políticos y para la sociedad", es el mensaje que perciben los jóvenes. Durante los Juegos Olímpicos de Londres 2012 el Ayuntamiento se propuso urbanizar, limpiar y dejar brillante un barrio que hasta entonces era muy pobre. Pues bien, nunca había visto unos jóvenes tan rabiosos. Les estás diciendo lo siguiente: "Valéis menos que unos atletas que vienen a pasar aquí quince días".

No es solo la pobreza, es también la marginación.

Esto es lo que genera frustración. Durante mi investigación estábamos escribiendo un día una carta al Ministro de Educación por un tema, y los mismos jóvenes, como no nos contestaban nunca, le quisieron dar un ultimátum. "Si no nos escucha nos volveremos a sublevar", decían. Hacía poco de los disturbios de los barrios marginales de Londres en 2011. Debemos canalizar su frustración ofreciéndoles soluciones proactivas, pero para ello hay que empoderarles. Entregarles los canales.

A veces se suele decir que ellos no quieren. Que pasan de todo.

¿Que no quieren? ¡Pues claro que quieren! ¡Lo están deseando! Pero te tienes que acercar a ellos y, con tiempo y ganas, pedirles qué ideas tienen y cómo quieren actuar. Repito: los jóvenes generan las soluciones más brillantes, creativas y efectivas que he visto. En el Este de Londres crearon un partenariado con entidades sociales, autoridades locales, escuelas y voluntarios para limpiar las calles semanalmente.

Las autoridades por sí solas no habrían conseguido tantos voluntarios.

No. La gente les escucha porque se ganan su corazón y su mente. Y otra cualidad suya: son directos, capaces de sonrojar a cualquiera. Para que veas: una compañía de transportes ofrecía un carné de descuentos para estudiantes, pero para conseguirlo tenías que pagar 5 euros. Y muchos no los tenían. Pues bien, se organizaron e hicieron una colecta de 2.000 libras a base de ayudar a cargar la compra de los vecinos. Se plantaron ante el director de la compañía de autobuses para pedirle los carnés, y al señor se le cayó la cara de vergüenza de tal forma que acabó dando 70.000 libras para este fin.

¿La participación de niños y jóvenes en el espacio público es más sencilla en el ámbito local que en el nacional?

Mmmm... Lo he probado en los dos casos y sí, a nivel local es más sencillo de conseguir cambios que tienen impacto sobre sus vidas. A nivel nacional es como gritar ante un muro. Los políticos de ámbito nacional hacen ver que les importa, que quieren trabajar con ellos, pero a menudo tienen otras prioridades. Hace unos años trabajamos el tema de pobreza infantil en una suerte de grupo parlamentario transversal que hay en el Reino Unido, con todos los partidos, y uno de los políticos parecía tan concienciado que nos cedió una de las preguntas que todos los diputados tienen ocasión de hacerle al Primer Ministro de vez en cuando. Los chavales estuvieron días y días preparándosela. Decidieron que sería sobre vivienda.

¿Y cómo fue?

A última hora el político nos dijo que lo sentía mucho pero que preguntaría sobre Palestina. Que es importante, yo no digo que no. Pero te quedas con el desprecio.

¿Qué le dirías a uno de estos políticos que te dice que la voz de los niños y jóvenes es muy importante, pero que las políticas públicas son demasiado complejas?

¡Chorradas! Las políticas públicas, a nivel conceptual, son simples. Identificas el problema, buscas formas de solucionarlo, las implementas, miras si funcionan... Y vuelves a empezar. No hay mística, no hay magia. Nos quieren hacer creer que la política queda muy lejos de nuestra realidad, y no. Los jóvenes lo pueden entender perfectamente, y pueden aportar soluciones concretas y implementables porque viven sus consecuencias.

¿Cualquier edad es buena para participar de los problemas comunes?

Hay formas de hablar con los más pequeños, sí. Y sin tratarlos de un modo condescendientes o paternalista. Cuando te acercas a ellos realmente interesado por saber qué piensan, ellos se vuelcan. No tiene ningún secreto. ¡En mi investigación no me costaba estimular su participación, todo lo contrario! ¡Lo difícil era que pararan! Tenían demasiado entusiasmo y cosas que decir. La investigación la hice en 2010 y todavía recibo mails sobre cómo les va la vida. Muchos están desesperados por ser escuchados y no les hemos generado los canales suficientes para involucarles en la transformación de políticas.

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